La confianza que los demás tienen sobre nuestra persona, puede darnos alas para superarnos a nosotros mismos. Esto es lo que se llama el efecto Pigmalión, también conocido como profecía autocumplida. Lo que pensemos que va a pasarnos, si lo deseamos fervientemente, nos impulsa a conseguirlo finalmente.
En educación es un efecto a tener muy presente cada día y con cada uno de nuestros alumnos. Si tenemos unas altas expectativas sobre nuestro alumnado, contribuiremos a elevar su autoestima y a mejorar sus posibilidades reales.
Cuando nos dejamos llevar por la necesidad de cumplir con el desarrollo del currículo, en tanto que contenidos, y nos olvidamos de que la labor del docente va mucho más allá, véase la finalidad y los objetivos de la etapa infantil , estamos dejando coja nuestra labor docente.
Procurar el desarrollo íntegro de nuestro alumnado, como personas saludables y felices, no puede entenderse sin tener unas altas expectativas, y ajustadas, sobre sus personas.
Trabajé un año en un colegio de difícil desempeño y sé perfectamente cuánto daño puede hacer a los niños, y a la escuela, el trabajar pensando que nunca saldrán de ahí. ¡¡SÍ, SÍ SE PUEDE!! , pero empecemos por creérnoslo nosotros mismos.
Este vídeo, que ha compartido Jesús, nos tramite de forma positiva, sincera y directa la necesidad de trabajar la autoestima del alumno.
"Los niños no aprenden de la gente que nos les gusta" y a los niños no les gusta la gente que no cree en sus posibilidades.