Ya he hablado de la importancia que tiene el periodo de adaptación al colegio. Un momento que debemos rodear de cariño, diálogo, abrazos y mucho juego.
El juego es la actividad fundamental de los niños de 3 años, es una necesidad básica y fundamental. Los niños que no juegan tienen importantes carencias de comunicación, expresión, imaginación, afectividad...
Muchos de los peques lloran, pero es bueno que lloren. Llorar no es síntoma de frustración y debilidad, por el contrario, llorar es una forma de sacar a la luz sus sentimientos, de comenzar a ponerlos en orden. Las emociones deben exteriorizarse, compartirse, ya llegará el momento en que sean capaces de controlarlas, pero llorar, como el reír es síntoma de salud.
La escuela infantil no es un lugar donde aparcar a nuestros hijos, es un lugar donde aprenden a convivir, a relacionarse, a colaborar. Donde aprenden lo que está bien y lo que está mal, donde conocen los límites y comienzan a respetar a los demás y a quererlos.
Todo esto lo aprenden JUGANDO.
Además del juego nos basamos también en las RUTINAS.
El establecimiento de unas pautas, unas normas, una secuencia de actividades cotidianas, posibilita que el niño vaya anticipando acontecimientos y de este modo adquieran seguridad en ellos mismos. Lo que más miedo les da es el abismo,no saber ¿dónde irán ahora? ¿Con quién? ¿Qué pasará?
Por este motivo, en la reunión que tenemos con los padres en el mes de junio, insistimos en que aprovechen el verano para hablarles del colegio positivamente, para dejar los pañales, biberones, chupetes... y que comiencen a tener unas mayores espectativas sobre sus hijos: ¡son capaces de hacer muchas más cosas de las que imaginamos.
Aún así cada año parece que los queremos proteger más y llegan menos autónomos. En casa debemos colaborar con la escuela confiando en los maestros que quedan cargo de los niños, estableciendo límites en los horarios de comida y descanso, enseñando a colaborar en casa: recogiendo, ayudando a los papis...
Os dejo una muestra de lo bien que lo pasan esos niños que a veces se quedan llorando al entrar al aula y cuyos padres se marchan con el corazón encogido.
No todo son lágrimas, y de vuestra actitud en el momento de la separación también dependerá su aceptación de la misma.
ME HA GUSTADO MUCHO LA ENTRADA!! ESTOY DE ACUERDO CON TUS IDEAS!
ResponderEliminarUN BESITO OLGA!!
Esta es la parte buena que compensa nuestro trabajo y nuestro esfuerzo, el conseguir que lo pasen bien compartiendo con otros niños. Un saludo.
ResponderEliminar